El árbitro da el pítido inicial y comienza el juego. Los porteros
están preparados para que les llegue su primera intervención. Una
jugada que puede tardar minutos para que ocurra, pero para la que hay
que estar preparado, puesto que un error tan pronto puede modificar por
completo tanto el planteamiento de tu equipo de cara al partido como la
propia confianza del guardameta. En Mestalla, el pasado sábado,
Toño,
el portero del Racing, erró en esa jugada a los 50 segundos del inicio,
ante un disparo de
Pablo. El resultado: gol de
Soldado tras el rechazo.
Las imágenes por televisión de su rostro delataban su preocupación,
aunque el rápido empate de su equipo disipó sus dudas y dejó el partido
de nuevo en tablas.
Ese primer balón, en muchas ocasiones, es
clave. Es una acción que puede marcar el partido del cancerbero. Si lo
atrapa o realiza una buena intervención, su confianza aumentará en
grandes dimensiones y le ayudará a realizar una buena actuación. Si se
le escapa, pero no acaba en gol, se pueden alimentar las dudas en su
cabeza y dar pie a nuevos errores posteriores. Si además de errar, el
balón acaba en las mallas, no sólo crecerán las dudas sino que su
equipo se verá con un marcador en contra que le obligará a tomar más
riesgos.
Por ello es tan importante la fortaleza mental y la
concentración del guardameta. Para que un simple error no pueda
comprometer su quehacer durante el resto del partido. Toño, el sábado,
pese a la derrota en los minutos finales, demostró tener esa actitud, y
acabó superando el error inicial para realizar una buena actuación que
puso contra las cuerdas al Valencia CF.
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