Se va a lanzar un córner. En el área, además del guardameta, se
encuentran alrededor de diez o doce jugadores, la mitad de ellos con la
predisposición de marcar gol. Y habitualmente el balón se lanza por el
aire al centro del área, en busca de un remate de cabeza. Los saques de
esquina son, tal vez, algunas de las jugadas más difíciles con las que
ha de lidiar un portero a lo largo de un partido y, a su vez, si actúa
correctamente, algunos de los lances donde más necesita el equipo que
defiende a su cancerbero.
Habitualmente el portero tiene
ventaja en estas jugadas, ya que cuenta con la posibilidad de alzarse
sobre el resto con las manos. Sin embargo, ante la marabunta de
jugadores que se encuentran a su alrededor, cualquier pequeño tropezón
puede resultar fatal para sus intereses. Es más, muchos equipos colocan
a un jugador junto al guardameta para obstaculizarle sin que ello sea
considerado falta. Además, a veces el balón es lanzado al primer palo o
pasado al segundo, donde el portero no puede llegar, y se suele
propiciar una segunda jugada que le puede descolocar de su posición.
Ante todo ello, si se consigue un buen dominio de esta parcela, se le
otorga una confianza enorme a sus defensas, que deben luchar en el
salto de tú a tú con sus contrincantes. Y este tipo de jugadas con
balones aéreos colgados al área no se dan sólo en los córners, sino
también en cualquier falta lateral o incluso frontal. Incluso en el
tradicional fútbol británico, mandar un balón “a la olla” era un
recurso muy manido del que trataban de sacar rendimiento aquellos
conjuntos menos dotados técnicamente.
Para poder solventarlos
con acierto son necesarias, sobre todo, dos condiciones: la colocación
y el desparpajo. Si se mantiene una buena colocación ante el primer
lanzamiento, el portero tendrá una mayor posibilidad de alcanzar el
balón. Mientras tanto, el desparpajo y la confianza son imprescindibles
para salir y alzarse a por el esférico entre todos los futbolistas que
permanecen en el área esperándolo. Asimismo, la altura y la potencia de
salto también ayudan, pero no llegan a ser determinantes, puesto que
cualquier guardameta con las manos alzadas debe llegar en su salto más
alto que un rival, que sólo puede golpear el balón con la cabeza.
No
obstante, la teoría es muy fácil decirla, pero en la práctica resulta
mucho más difícil aplicarla. Cada balón que se cuelga en el área es un
mundo, y si no que le pregunten a cualquier portero profesional. Una
buena muestra es que pocos porteros en el mundo consiguen dominar con
contundencia esta faceta del juego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario