En el terreno de juego hay muchos jugadores, pero sólo un portero por equipo. Son especiales, muchas veces se dice que están "locos", pero tienen una forma de ver el fútbol muy particular respecto al resto. Son los cancerberos.
miércoles, 2 de noviembre de 2011
Sin defensa no hay récord
Víctor Valdés pasó ayer a la historia del FC Barcelona como el
portero que más minutos consecutivos ha mantenido la meta blaugrana sin
encajar un gol, tras la victoria por 0-2 ante el Viktoria Plzen. Así,
superó los 824 minutos imbatido que mantuvo Miguel Reina en los años
70. Se trata de un hito gracias al cual quedará su nombre grabado en la
historia del club. Sin embargo, en tal éxito intervienen otros factores
igual de importantes que sus actuaciones, y en ellos tiene una gran
relevancia su defensa y la forma de juego de su equipo. Pese a
que el mérito del récord se ha enfocado principalmente en Víctor
Valdés, cabe recordar que para mantener esos números no sólo basta con
la actuación del guardameta. Si un sistema defensivo no está bien
engranado, un cancerbero, por muy buenas cualidades que tenga, no
conseguirá que su portería quede a cero, ya que en cada jugada en que
se enfrenta en solitario a un delantero suele partir en inferioridad de
condiciones. Hay que recordar que es el atacante quien lleva el balón y
sabe qué va a intentar hacer con él. Con ello, nunca hay que quitar
mérito al propio portero, porque siempre habrá situaciones que se le
escapen a la defensa en las que deberá ser suficientemente ágil e
inteligente para abortarlas.
En el caso del actual Barcelona,
además del propio Valdés, existen dos claves: la posesión del balón y
la posición en que éste se suele encontrar. El equipo de Guardiola
suele tener una posesión del esférico de entre un 65 y un 75 por
ciento. Este dato provoca que el rival, ya de por sí, tenga menos
posibilidades de atacar la portería que defiende Valdés. A su vez, la
forma de jugar del conjunto culé implica que el balón habitualmente
esté en campo contrario, en ataque. Además, en cuanto hay una pérdida,
sus jugadores lanzan una fuerte presión que les permite recuperarlo
fácilmente y en zonas de peligro. Y aún en caso de no robar rápido, hay
una distancia considerable hasta su área para o bien cortar la jugada o
achicar a los delanteros rivales. No obstante, siempre puede
haber alguna jugada en la que todo ello falle, que son pocas, o a balón
parado, en las que Valdés ha venido demostrando su poderío durante los
últimos ocho partidos para contribuir, esta vez sí con protagonismo, a
la consecución de una nueva marca.
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