Fue la jugada clave del derbi del pasado fin de semana entre el Real
Madrid y el Atlético de Madrid.
Karim Benzema encaraba a
Courtois,
portero rojiblanco, lo regateó y el belga, en su afán por impedir el
gol, trabó al delantero. El árbitro,
Mateu Lahoz, señalaba penalti y le
mostraba tarjeta roja a Courtois, dejando en inferioridad numérica a
los colchoneros con 65 minutos por delante. Y a raíz de ahí llegaron la
goleada y las protestas por la decisión del colegiado.
Reglamento
en mano, Mateu Lahoz interpreta que Courtois abortó una ocasión
manifiesta de gol cometiendo falta dentro del área. Por tanto, acierta
con la expulsión. El debate no se debe encontrar en la decisión
arbitral, sino en si la normativa castiga en exceso la infracción
cometida.
Iker Casillas, cancerbero madridista, lo dejó caer en sus
declaraciones a la prensa tras el encuentro:
“La realidad es que hay unas personas que en un despacho dictaminan las normas y cuando es último hombre es penalti y expulsión. El problema es de esas personas que inventan normas”.
Las tarjetas rojas deben servir
principalmente para sancionar una acción violenta o peligrosa para el
físico del rival. En el caso de Courtois, el guardameta belga no puso
en peligro el físico de Benzema. Además, su reacción es instintiva para
intentar llegar al balón y despejarlo, no tiene la intención de
derribar al atacante. Si bien es cierto que impidió el gol cometiendo
falta, suficiente castigo debe ser el penalti, que con mucha
probabilidad terminará en gol, como así fue.
En definitiva,
Mateu Lahoz acertó en la aplicación del reglamento al pitar penalti y
expulsar a Courtois… pero, tal vez, lo que habría que hacer es
revisar el propio reglamento para que el castigo no sea tan grande.
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