Uno de los tópicos periodísticos, y también de los aficionados, es
dictar si el resultado de un partido es justo. Evidentemente, para ello
se fijan en los méritos obtenidos durante el encuentro por ambos
equipos, y lo habitual es que se le conceda esa supuesta victoria moral
al que más ocasiones de gol ha creado. Sin embargo, en ese veredicto
olvidan y menosprecian la labor de los guardametas, que es tan
importante como la de los jugadores de campo, o incluso más, porque sus
acciones son determinantes para modificar el resultado final.
El
objetivo principal en el fútbol es conseguir el gol, es decir, batir al
portero contrario. Para ello, en primer lugar hay que llegar con
peligro a la portería rival, ya sea con una jugada elaborada, un
disparo lejano o por un error del contrario. Pero todo ello no sirve de
nada si no se acaba transformando en gol y éste sube al marcador. Si el
balón no logra rebasar la línea de gol todo queda en agua de borrajas,
y el resultado seguirá siendo el mismo. Por tanto, el trabajo habrá
sido en vano.
Es ahí donde juega el papel del portero. Si con
su preparación, habilidad y técnica logra sellar su portería a cero,
por muchos acercamientos que haya obtenido el rival, habrá hecho los
méritos adecuados para estar imbatido y, por lo menos, conseguir un
empate para los suyos. Los jugadores del equipo rival habrán merecido
crear ocasiones, pero no el gol que les otorgue algo positivo, porque
en el momento clave habrán fallado ante la portería rival. Es decir, su
actuación no habrá sido lo suficientemente meritoria para conseguir el
objetivo del fútbol, el gol, por muy bonita que haya sido la jugada.
Por
lo tanto, esa labor del portero resulta esencial para administrar la
justicia futbolística, que más allá de los tópicos, reside únicamente
en el gol. Así, los resultados finales de los partidos acaban siendo el
reflejo más justo de lo ocurrido en su transcurso, porque los goles son
el indicador más adecuado de la justicia en el fútbol. Por muchas
ocasiones que se hagan, si no se concretan en un tanto no sirven de
nada, y no serán mérito suficiente para ganar. Y los porteros, que
tratan de evitarlos, también juegan, y son parte muy importante en esta
sutil manera de administrar justicia deportiva.
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