El año 1999 supuso el gran primer salto de Iker Casillas.
Después de haber participado en la victoria en el Mundial sub-20 en Nigeria,
tendría su primera gran oportunidad en el Real Madrid. El 12 de septiembre el conjunto
merengue visitaba San Mamés para enfrentarse al Athletic de Bilbao. La lesión
de Bodo Illgner en el calentamiento provocó que John Benjamin Toshack alineara
como titular al de Móstoles. El encuentro acabó con empate a dos, Casillas no
tuvo su mejor partido e incluso se le pudo achacar que podía haber hecho algo
más en el gol de Julen Guerrero de falta directa, por el palo que cubría el
cancerbero. Para ayudarle a aguantar la presión de su debut, el capitán
Fernando Hierro se encargó de realizar los saques de puerta. Aún así, y pese a
los nervios, demostró una buena dote de reflejos.
Cuando en los siguientes partidos, Toshack dio la
alternativa al argentino Albano Bizarri en la portería, parecía que el futuro
de Casillas en el equipo blanco podría quedarse en agua de borrajas. Pero el 17
de noviembre de ese mismo año se dio un nuevo giro. Lorenzo Sanz, presidente
del club, destituyó a Toshack por los malos resultados de un equipo que debía
aspirar a todo y en la jornada 11 iba octavo, y por unas polémicas
declaraciones en que señalaba que antes que él rectificara pasaría un “cerdo volando por encima del Bernabéu”. Precisamente, uno de los jugadores que estaba
siendo más criticado era Bizarri. Vicente del Bosque, técnico de la casa, se
hizo cargo del equipo, y aunque al principio contó con el argentino en la
portería… acabó relevándolo por Iker, al que conocía por su formación en la
cantera madridista.
Casillas respondió a esa confianza y se ganó la titularidad
a sus 18 años mostrando sus espectaculares reflejos, sobre todo en los mano a
mano, y se ganó al aprecio de su afición. No sólo eso, cuajó una temporada
magnífica con 26 goles encajados en 27 partidos jugados, y ganó con su equipo
la Liga de Campeones. Es más, fue convocado por José Antonio Camacho como
tercer portero de la selección española para la Eurocopa de Bélgica y Holanda,
y debutó junto a Gerard en un amistoso ante Suecia en Estocolmo, donde el
combinado español empató a uno.
En poco menos de un año, Iker había pasado de estar jugando
un Mundial sub-20 y de ser una joven promesa del fútbol español, a ser el
portero titular del Real Madrid, ganar la Liga de Campeones e ir convocado con
la selección a la Eurocopa. Sin duda, las circunstancias y su preparación
habían jugado a su favor.
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