Justo entre Barcelona y Tarragona, 46 kilómetros al sur de
la primera y 44 al norte de la segunda, se encuentra Vilanova i la Geltrú. Y
entre sus alrededor de 60.000 habitantes hay un pequeño club de fútbol, el
Margatània FC… que cuenta en uno de sus equipos con una de las historias más
particulares de toda Europa. Su prebenjamín, compuesto por niños de 6 y 7 años,
ha completado la temporada con sólo un gol a favor, y 271 en contra. Muchos
pensarán en el solitario tanto que han marcado… pero, ¿qué hay de los 271
recibidos? Para poder encajarlos y aguantar toda la temporada así… está claro
que hay que querer ser portero.
El cancerbero del Margatània FC es
Haritz, y con su camiseta
de color naranja, sus guantes rojos y blancos y su pantalón largo y oscuro,
durante el último año ha tratado de que su equipo reciba el menor número de
goles posibles. En su mejor día fueron once, según define su entrenador. El
peor, nada más y nada menos que 27. No obstante, su rostro sigue reflejando
ilusión por defender sus colores y, sobre todo, su condición de guardameta.
“Pues mira, un dia vaig anar al meu terreno que tinc i vaig descubrir
aleshores la porteria i el ser porter. Algunes vegades no la agafo amb les
mans, però algunes vegades m’en recordó i la agafe amb les mans. Però no em fa
por la pilota. Lo que m’agrada és parar-me les pilotes i ja està. Sí, tinc
molta feina”. (“Pues mira, un día fui al terreno que tengo y descubrí
entonces la portería y el ser portero. Algunas veces no la cojo con las manos,
pero algunas veces me acuerdo y la cojo con las manos. Pero no me da miedo la
pelota. Lo que me gusta es paras las pelotas y ya está. Sí, tengo mucha faena”.)
Así lo explica Haritz, entre la resignación de quien sabe
que recoger el balón de sus mallas es una rutina, y el orgullo de quien se siente alguien especial en el equipo: el portero.
En fin, Haritz, pese a esos 271 goles encajados, es todo un
ejemplo.
l'equip petit from
el cangrejo on
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