En el terreno de juego hay muchos jugadores, pero sólo un portero por equipo. Son especiales, muchas veces se dice que están "locos", pero tienen una forma de ver el fútbol muy particular respecto al resto. Son los cancerberos.
lunes, 25 de julio de 2011
La temeridad de Higuita
Eran los octavos de final del Mundial de Italia en 1990. Colombia se enfrentaba a Camerún, y partía como favorita para meterse en cuartos
ante el conjunto africano. El equipo cafetero venía sorprendiendo con
un fútbol atractivo, con el que había conseguido empatar a la República
Federal Alemana, a la postre campeona, en un encuentro épico para
clasificarse en la fase de grupos. Y uno de los ejes de aquella
Colombia era su portero René Higuita. Pero precisamente en aquel
partido… erró estrepitosamente. Por aquel entonces, Higuita,
con 23 años tan solo, destacaba en el fútbol sudamericano. Con él en la
portería, el Atlético Nacional había logrado en 1989 la primera Copa
Libertadores para un equipo colombiano. Es más, la ganó en los
penaltis, con Higuita de protagonista. La temporada siguiente, en la
Copa Intercontinental, obró una actuación prodigiosa manteniendo a su
equipo con vida hasta el último minuto de la prórroga ante el
todopoderoso Milan de Arrigo Sacchi, que le hizo abrir los ojos a los
equipos europeos. Sin embargo, sus buenas actuaciones bajo palos tenían
un pero muy grande: sus excentricidades. Era tan capaz de parar una
pena máxima decisiva como de salir fuera del área con el balón en los
pies e intentar regatear a un rival. En ocasiones, era una habilidad
para salir con el balón jugado desde atrás; en otras, una temeridad que
podía tener resultados funestos.
Aquella cita en el estadio de
San Paolo de Nápoles era una oportunidad histórica para Colombia. Pero
el orden defensivo camerunés consiguió maniatar a una selección que
contaba con jugadores talentosos como Valderrama, Freddy Rincón o
Leonel Álvarez. Llegó la segunda parte de la prórroga y Camerún ya
ganaba por uno a cero. Entonces, en el minuto tres, llegó la jugada
maldita. Higuita y el defensa Perea iniciaban la jugada fuera del área.
El veterano delantero Roger Milla se acercó a presionar a Perea, éste
le pasó el balón a Higuita, que intentó regatear al camerunés para
seguir con el control del esférico. Pero esta vez no lo consiguió.
Milla le robó el balón y marcó el segundo en su cuenta particular que
prácticamente sentenciaba el encuentro. Los colombianos aún recortaron
distancias con un gol de Redín, que sólo sirvió para estigmatizar aún
más el fallo de Higuita, puesto que sin él habrían conseguido empatar.
Su
seleccionador Pacho Maturana lo defendió y le siguió otorgando su
confianza. Pero esa temeridad provocó que ningún grande europeo se
fijara en él, en un tiempo en el que las plazas de extranjeros en las
plantillas europeas estaban muy limitadas. Fichó por el Valladolid,
pero sus actuaciones no fueron afortunadas y volvió a su país a mitad
de temporada. Aquella jugada fue un reflejo evidente de que no
era un portero convencional. Sus excentricidades se sucedieron durante
el resto de su carrera. Reconoció que mantenía una relación de amistad
con el narcotraficante Pablo Escobar y le visitó en la cárcel. Estuvo
más de seis meses entre rejas por mediar en la liberación de un
secuestro, perdiéndose así el Mundial de Estados Unidos de 1994. Dio
positivo en un control de dopaje por cocaína. Participó en un reality
show en la televisión de su país. Y recientemente dijo que se
presentaría a la alcaldía de Guarne, donde reside. Pero para
los románticos futboleros, dos detalles. Es el tercer cancerbero que
más goles ha marcado en la historia en partidos oficiales, con 44. Y,
por supuesto, la que para muchos es la jugada más espectacular
de la historia: la parada del “escorpión”, en Wembley en un amistoso
ante Inglaterra. Un detalle nimio, el propio Higuita reconoció tiempo
más tarde que pensaba que la jugada estaba anulada por fuera de juego.
Tal vez, aquel día no quería ser tan temerario.
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